es un concepto que integra quiénes somos con cómo vivimos y expresamos esa identidad en nuestras experiencias cotidianas, creativas y relacionales. No se trata solo de cómo nos definimos, sino de cómo encarnamos nuestra esencia en lo que hacemos, sentimos, compartimos y creamos.
La identidad experiencial es la forma en la que tu identidad se vive y se manifiesta en la experiencia. Es un puente entre lo interno (tu historia, tus valores, tu sensibilidad, tu energía vital) y lo externo (tus elecciones, tu presencia, tu forma de crear, habitar espacios, tomar decisiones, vincularte).
✧ Esencia personal: lo que te mueve, lo que te inspira, tus dones, tu sensibilidad, tu modo único de estar en el mundo.
✧ Percepción y presencia: cómo percibís el mundo y cómo te perciben los demás, cómo habitás los espacios, los vínculos, el tiempo.
✧ Experiencias significativas: momentos que te marcaron y que construyen el relato de tu identidad vivida.
✧ Elecciones cotidianas: desde lo que vestís hasta cómo respondés a una emoción o cómo diseñás un proyecto, todo expresa tu identidad.
✧ Expresión creativa: tu forma de transformar lo que sos en algo tangible, compartible, resonante.
✧ Para reconectar con tu autenticidad en momentos de cambio o transición.
✧ Para dar coherencia a tus decisiones, acciones y creaciones.
✧ Para diseñar experiencias (proyectos, marcas, espacios, rituales, vínculos) que estén en sintonía con quién sos de verdad.
✧ Para habitar tu vida desde la presencia, no desde la exigencia o la inercia.
Cuatro encuentros personalizadas de 120 minutos cada uno, en los que nos enfocaremos en:
Gracias, gracias, gracias por estas semanas.
Quiero agradecerte por tu tiempo, tu amorosidad.
Me permitiste conectar con lo más profundo. Muchas veces siento que con el ruido, lo cotidiano lo perdemos, y me ayudaste a conectar conmigo.
Antes de mi marca, de que surgiera el nombre, lo más importante fue trabajar en mi. Descubrir que estaba un poco perdida y volver a mi.
Cuando recordamos lo que vinimos a dar, cuando volvemos a conectar con eso, se enciende esa luz en los ojos.
Me sentí muy cómoda durante todo el proceso. Pude expresarme abiertamente y lo que más destaco es cómo te adaptaste a mis tiempos y necesidades, llevando tu propuesta a lo que yo necesitaba. Nunca perdiste el hilo de lo que fui a buscar, lo cual fue fundamental para mí porque suelo irme detrás de lo urgente y olvidar lo importante. Fuiste mi hilo conductor.
Destaco tu respeto y tu tempo suave, junto con tu capacidad para bajar información de forma clara y concreta. Aunque mi contexto personal me desbordó en algún momento, sé que tengo todo el material necesario para trabajar y que está ordenado y accesible gracias a tu devolución.
Hoy tengo un servicio a ofrecer, que si bien requiere pulirlo, sé por dónde seguir. Puedo decir que sé lo que quiero.
Este proceso me permitió entender que emprender requiere compromiso y tiempo, y que el orden es clave para avanzar. También aprendí que equivocarse, resignificar y escuchar devoluciones son pasos necesarios para mantener un propósito claro.
Ya he recomendado tu trabajo porque fue de mucho orden y proactivo, y porque me ayudó a conectar con un lado profundo que quiero transmitir en mi negocio.
El proceso tuvo mucho sentido desde el inicio. Empezamos por mirar mi situación actual: dónde estaba, qué me había traído hasta acá y en qué creía.
Desde ese lugar de incertidumbre, donde no sabía qué hacer con mi vida, fuimos explorando posibilidades, revisando ideas, temas y caminos.
Algunas opciones se descartaron al darnos cuenta que no hacían sentido con la forma de vida que busco. Y eso fue clave. El proceso me ayudó a filtrar ideas que creía posibles por verlas concretadas en otros y a profundizar en lo que sí tenía verdadero potencial: no solo para vivir de eso, sino también para generar algo valioso para los demás.
Comencé sin dirección clara y terminé con una idea de proyecto potente, en línea con mis principios, y con pasos concretos para hacerla realidad.